sábado, 21 de febrero de 2009

IRACUNDIA

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LA EXCEPCIÓNgenrojo32233351 DEL EFECTO DOMINÓ

Esto lo he contado muchas veces y no sé si lo he escrito varias. Es tan sólo una experiencia personal más, pero denota diversas cosas:

1) Cuán perjudicial ha sido para los cubanos haber sido —y, por tanto, continuar siendo— la excepción del efecto dominó en la caída del régimen comunista.

2) Que el defecto nacional español no es, como se piensa, solamente La Envidia, sino también la atribución a opinar sin conocimiento de causa.

3) Cómo popularmente se impuso un desprecio geográfico producto de una amnesia inconsciente de la ascensión española al primer mundo desarrollado.

Los hechos son los siguientes:

Eran los días de 1989 en que el Muro de Berlín se desmoronaba y se sucedían las avalanchas de ciudadanos de los países comunistas a través de los campos húngaros, checos, polacos y alemanes en busca de la libertad. Creo que hasta el más acérrimo comunista occidental (o sea, del entonces “lado de acá”) en aquel momento participaba de la alegría contagiosa de miles y miles de ciudadanos que huían de un pasado que, en la más inocente de las abstracciones justificativas, había querido convertirlos en personas dignas y desde el mismo principio no hizo otra cosa que reducirlos a la condición de lastimosos robots. Yo no frecuentaba por entonces a muchos cubanos residentes en España, pero los amigos y los que nos conocíamos manteníamos una mezcla de sorpresa y escepticismo ya que apenas dábamos crédito a que la férrea solidez del aparato manipulador de todos los sentidos y en todos sus sentidos se fuera desplomando de forma tan fácil como si aquella estructura mundial y expansionista, e imperialista en su expresión más abyecta y peyorativa, estuviera levantada por piezas de cartón. Y es que, efectivamente, lo falso tiene la cualidad de desmoronarse cuando lo genuino se desata espontáneamente.

Era un sábado o un domingo y viajábamos de regreso a casa en un taxi. En el asiento trasero, mi madre y yo. En el del acompañante iba mi compañero de entonces. El taxista llevaba la radio encendida y el comentario del conductor del programa y sus tertulianos giraba en torno a la única noticia del momento: LA CAÍDA DEL COMUNISMO. Pero el hombre —en fin de cuentas, el pobre hombre— comenzó a hacer uso del inciso 2 del primer párrafo. Y dijo: “Está visto que el comunismo no es para Europa. Quizá para países de esos atrasados de Hispanoamérica, como Cuba y todo eso...” Mi madre me cogió la mano como queriendo decirme “ante todo, mucha calma”, pero ya mi corazón bombeaba a mil pulsaciones por minuto, de modo que a bocajarro le exigí que parara el taxi. “¿Pero no hemos llegado al sitio que me dijeron?” dijo, mientras miraba por las ventanillas a un lado y a otro. “No, no, pero déjenos aquí, por favor.” “¿Pero qué ha pasado?” insistía el conductor en su sospecha de que algo había hecho mal. “Pues mire usted. Nadie le pidió opinión, en primer lugar. Pero en segundo lugar, si usted considera que Europa no se merece el comunismo pero que países como Cuba sí porque en parte se le olvida la historia de España... pues, para que usted no vuelva a opinar tan a la ligera, le aclaro que esta señora y yo nacimos en ese país y por qué tiene que funcionar allí el comunismo, ¿con los indios? ¡No! Así que aquí nos bajamos [pausa] [dirigiéndome a mi pareja en el asiento delantero] Y no se te ocurra pagarle porque no me vuelves a ver en tu vida. [pausa] [Cogiendo del brazo a mi madre, casi arrancándoselo.] ¡Y que le pague Fidel!

Y allí terminó el incidente.

Sacad vosotros las conclusiones de por qué enumero tres incisos que asocio con esta experiencia, aunque el primero de ellos, a partir de aquí, lo iré desarrollando en textos posteriores.

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© 2009 David Lago González

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3 comentarios:

Rolando Morelli dijo...

El otro día, precisamente, conversaba con una señora venezolana, personalidad radial muy conocida acá en los Estados Unidos, y con la cual ya antes había tenido uno de esos "encontronazos" que hacen historia, por la cuestión de Cuba, o más bien, por opinar de los cubanos "de Miami" sin parar mientes, o sí, en que yo también era cubano, aunque no viviese en Miami. Ahora, resulta que se ha indispuesto con el chavismo, y por extensión con parte de su familia, hermanos incluidos, que según sus palabras han convertido Venezuela en un país más pobre y lo han vuelto triste. Pues esta señora, sin embargo, me dijo que el problema es que los cubanos eran muy "estridentes" en su anticastrismo. No le negaré a esta señora cierto grado de razón, pero ¿es posible no llegar a la "estridencia" cuando se enfrenta uno a tanta indiferencia, complicidad, ignorancia y, mala leche, y para colmo, con las opiniones de cualquiera que esté en condiciones de decirnos de que se trata verdaderamente "nuestro problema"?

Rolando Morelli

Anónimo dijo...

Lo más triste de todo es ver cómo se comportan las gentes, la ignorancia, y lo peor de lo peor, el desinterés por aprender. Sumemos la insidia, el egoísmo, la envidia, el maquevelismo, la indiferencia, la manipulación que inyectan los medios de difusión para crear una opinión de acuerdo a las conveniencias del momento, en fin, cada día estoy más harta de todo. En mi blog me han dejado anónimos, uno ha dicho "quién eres en realidad", otro "cuánto globo inflado", etc. Y todo por lo mismo, por esa ceguera estúpida que arrastra la especie humana desde siempre. Aprovecho para recomendar el film El Greco, de Yannis Smaragdis, veréis un Domenicos impresionante, que como muchos de nosotros, se tuvo que enfrentar a la barbarie y la ignorancia de su época. A veces pienso que la nuestra no la supera.

Karin

Margarita Garcia Alonso dijo...

Cada dia me convenzo mas de la importancia del "punto caramelo", como llamaba mi abuela cuando cuajaba azucar con agua. Muchas de las personas que leo y hablan sobre Cuba han pasado por tremendas calenturas humanas, de una forma u otra se han quemado, hemos quemado tiempo, vida, neuronas con ese sistema, y de pronto han nacido unos venenosos mala leche, que , sin imaginarse lo que es aquello, tildan a cualquiera de extremista, lo nunca visto en manipulacion y tergiversacion de una historia muy desagradable, la nuestra. Muy de acuerdo contigo y los comentaristas. Da pena.
abrazos