jueves, 23 de abril de 2009

LA REVOLUCIÓN FASCISTA y EL EXILIO REACCIONARIO (II)

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EL EXILIO REACCIONARIO

El País.

EL EXILIO DIVIDIDO

La Vanguardia.

 

LO ÚNICO VERDADERAMENTE REACCIONARIO, profundamente y desde sus mismos inicios, a pesar de todos los tintes "románticos" que quieran darle quienes ayudaron a construir ese monstruo, lo representaron, lo defendieron sabrá Dios y sus conciencias en qué medida y a qué precio (de otros), vivieron a sus expensas, lo negaron y huyeron --esos son los ÚNICOS que han realmente han huido--, y quienes tienen o mantienen miras de futuro personal en la consecución de una transformación, ES LA REVOLUCIÓN CUBANA.

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Continuing...

Entre la parte I y esta (II) de estas especulaciones mías hay un largo tiempo de trabazón migratoria que sucedió a aquello que se dio en llamar “la flotilla de la libertad”, aviones que salían desde El Laguito hacia Miami, previa estancia de sus protagonistas en lo que genéricamente se conoció como “la agricultura”, otro remedo de campo de concentración a los que los protagonistas de tal suerte debían acudir y/o permanecer trabajando en labores agrícolas mientras esperaban la conjunción mágica y única de la visa norteamericana y el permiso de salida cubano. Yo era un muchacho por entonces y creo que esta situación se extendió durante algunos años hasta la segunda mitad de los años 60. Luego vendría esa absurda y desesperante situación para la gente que había quedado descolgada en Cuba y que se extendería a lo largo de los años 70. Recuerdo bastantes personas que permanecían en aquella tierra de nadie, en aquel estado de nadie, en aquella indefinición absolutamente suya* y que ninguna otra persona podíamos calcular en su justa medida: padres de familia, familias enteras, que sobrevivían muchas veces de la ayuda de familiares y amistades, abochornados, burlados, empequeñecidos en su talla moral (cuando todavía existían cotas razonablemente altas de moral en Cuba) por un juego malévolo que, a pesar de mi juventud, no me parecía totalmente fruto del azar: cuando daban visados no daban permisos de salidas, y cuando aprobaban estos se interrumpía el conteo de las visas. La gente aguantaba con tal de no renunciar a la salida: una última y lamentable salida a la que muchas veces se veían abocados.*

Política, social y humanamente —y dando un enorme salto sobre el trazado minucioso de operaciones que jugaban por igual con el absurdo y la lógica y que muy posiblemente se escaparon de las manos de sus autores intelectuales—, el éxodo masivo del Mariel se erguiría como, posiblemente, el hecho más importante y trascendental que ha sucedido en la Cuba terrenal y etérea, o sea, ésa que es isla en medio del Caribe y es península al extremo más al sur del continente norteamericano. Revulsivo en la Cuba oficiosa y en la Cuba exiliar. En ocasiones anteriores he dicho que lo que separa cada flujo emigratorio cubano (más o menos, una década) está simbolizado por una “jaba”, ese aditamento imprescindible que ha ido reduciendo al ser humano a su más mínima y bochornosa y elemental expresión, creando un inmediato y profundo abismo entre quienes han tenido que seguir usándolo (los que se han quedado en la isla) y los que han podido dejar de usarlo (los que han salido): en nuestra evolución del mono cubano hacia el individuo cubano es justamente lo que marca el momento en que comenzamos a ponernos rectos y caminar sobre nuestros miembros inferiores. Incluso hasta sirve de escudo y al mismo tiempo de rechazo, dependiendo desde donde se mire.

Pero en el caso de la emigración marielista fue capital que saliera y llegara en masa (obviando los que se quedaron en la mar y los que nos quedamos en tierra) a las costas de La Florida, la representación espontánea de toda una generación a la que se le impidió por todos los medios huir y que muy malamente se incorporó al tejido comprometido y asfixiante de lo oficioso —para generalizar que no se comprometió en lo absoluto con el régimen comunista—; una generación que, por saturación de los valores patrióticos nacionales y la imposición de reglas, dictados y dogmas, había devenido en palpitante y abocada carne de ergástulo, no ya por sentirse movida por sublimes y/o prácticas ideas por la libertad y la reconstrucción de una nación que muchas veces ni mirábamos de esa manera, sino por la absoluta carencia de ideales, neutralidad marginal o margen neutral que tampoco era admitido. Esa generación quería vivir, no sacrificarse ni inmolarse en ninguna lucha, porque ya justamente habíamos nacido y crecido bajo votos de renuncia a nuestra propia vida y tiempo en aras de un futuro brillante que el comunismo traería para nuestros hijos. Creo que esa perversidad hasta contribuyó a hacernos más maricones. No es que fueran las únicas personas sensibles, inteligentes, educados, con diversas manifestaciones en el arte, que hubieran abandonado Cuba, por supuesto, pero nunca antes lo habían hecho en un plazo de mes y medio, todos juntos, una proporción grandemente considerable.  He olvidado decir antes que en “la falta de ideales” se encontraban tanto los comunistas como los capitalistas, tanto los de la Revolución como los de la contra-Revolución (o eso que aquí se llamaría, ya prefijado por el artículo de El País, como “el exilio reaccionario”). Tan es así que recuerdo vívidamente el estupor con que escuchamos, en La Voz de los Estados Unidos, una entrevista realizada a Reinaldo Arenas a su llegada a Miami, utilizando términos que a nosotros nos resultaban casi extraterrestres: tirano, dictadura, cosas así, y el uso del apellido para referirse a aquel que en todas partes seguíamos llamando simplemente Fidel porque casi era más familiar que nuestro padre.

Es significativamente importante que en esa invasión no existieran grandes intelectuales oficiosos (la única categoría que puede existir en cualquier país comunista), todavía muy preocupados por mantener su seguridad y aparentemente a salvo tras las concesiones en que voluntariamente, por fe o por oportunismo o por la combinación de ambos ingredientes, habían conformado su red político-social, su modus vivendi, sus existencias.

*Algo semejante sucedería después de El Mariel para los que quedamos en “isla” firme.

(To be continued...)

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(C) 2009 David Lago González

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http://theplacewherenothingisreal.blogspot.com/2009/04/la-revolucion-fascista-y-el-exilio.html

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

He leido varios blogs sobre Cuba y este me gusto por la sinceridad y no se ,lo siento mas cercano.Voy a seguirlo.Gracias.Eva.

David Lago González dijo...

Muchas gracias, Eva. Me satisface mucho lo que dices. Otras cosas pueden proyectarse, mejorarse, fingirse, pero ciertamente la sinceridad y la cercanía creo que son aspectos naturales de la persona. Un saludo.

Anónimo dijo...

Estoy tan agradecido a mi padre por haberme sacado de Cuba cuando tuve nueve meses de edad. Saludos. CS