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El mundo mundial debería aprender de la Cuba revolucionaria, de "la revolución más hermosa del siglo XX" como la definió recientemente Antón Elorza.
NO HAY NADA que incentive mejor el consumo --un consumo "neo-liberal", agresivo, ezquizoide, indiscriminado, irracional--que no tener nada que consumir. Los líderes mundiales podrían tener en cuenta esta experiencia única que ha dado esa minúscula isla que ocupa tan poco espacio material pero tan desmesurada carga sobre los hombros de Atlas.
Si inventaran un día de 50 años y retiraran todos, absolutamente todos los productos de todos los establecimientos comerciales y volvieran a ponerlos al día siguiente --después de ese día surrealista--, se quedarían asombrados cómo se vaciaban los estantes y las vitrinas en menos de dos horas.
La mayor hipocresía se ejecuta alrededor del dinero. El dinero nos interesa a todos, nos es necesario a todos. Imagino que ya no quedan kibbutz originales. Interesa por igual al rico que al más pobre. Al neo-nazi como al neo-anarco de la CNT de Tirso de Molina. A Dora mi vecina como a los adoradores de la resina del cannabis que "distraídamente" se concentran en el horripilante parque (espacio abierto para inmigrantes ilegales y para los drogatas empedernidos) de Mesón de Paredes, aquí a un paso de casa. Allí nadie piensa en ese estúpido juego de palabras fabricado con "dolores" y "dólares". ¿Sí o no?
(C) 2009 David Lago González
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