jueves, 11 de diciembre de 2008

El zoez exabrupto de la Señora Valdés

 

“Ficción Fidel”, escrito por Zoé Valdés

Comencé a leer “Ficción Fidel” más bien recientemente, después de dejar pasar la ola de entusiasmo que siguió a su presentación y conociendo ya todo lo bueno y malo que se ha dicho sobre el libro y sobre la autora, incluidos litigios y protestas tan traídas por los pelos como en una bronca de mujeres, en las que yo he cogido hasta algún que otro ramalazo.

El libro ha sido calificado como “panfleto”. Pero los panfletos políticos, o de cualquier otro tipo, tienen su cometido ulterior. En mi modesta opinión, creo que con Ficción Fidel se invierten los términos y es lo ulterior lo que provoca la escritura del libro, al que se llega por saturación y por impotencia, por citar solamente dos de las razones que pueden motivar esas reacciones aireadas y muchas veces ahogadas en insultos que padecemos con frecuencia los cubanos. No éramos los únicos, pero creo que ahora nos hemos quedado con el dudoso mayorazgo de ser los que venimos del futuro. Somos lo que desde hace 50 años viene aguardando a América Latina al constituirnos (tanto el gobierno en ejercer el poder como sus súbditos en mantenerlo y sufrir las consecuencias) en ejemplo, un ejemplo casi divino que ha traspasado el mismísimo derrumbe de la Gran Madre Patria (U.R.S.S.) para quedar alzada a los altares de la irracionalidad esa pequeñita isla, con sus cayos e islas adyacentes, allí, vibrando y brillando en lo alto de la montaña de la nada, como ya brillaba Fidel en aquella canción que cantaba una enfebrecida Coralia Veloz hace 50 años en lo que viene a ser la primera muestra de (nuestro) culto a la personalidad.

Con este libro, Zoé Valdés arriesga más de lo que gana. Creo yo. Abiertamente se enfrenta a lo que ya, por default, es considerado como opiniones de vanguardia, fuerzas progresistas, el sector bienpensante primermundista. Y me parece que no es lo suficientemente bien acogido por las fuerzas más aguerridas del patrioterismo. No es que esté absolutamente situada al fiel de la balanza, no es que no halla citas o referencias quizás no todo lo debidamente contrastadas, quizás falten expresiones más violentas y más propias de la bazofia común y simplista del patriotismo de pacotilla. Pero mayormente, a lo largo de todo el libro, emerge y se sumerge, se toma y se deja, un tono común a muchos. El del enfado, el de la rabia, el de la impotencia, el del insulto primario, el de la queja, el de la culpa, el del ridículo, el de la coballa. Yo, que suelo confundir fácilmente la débil línea del patriotismo y el patrioterismo, adhiriéndome o alarmándome con igual espanto, pues los 50 años de Revolución in situ y en la distancia han hecho de mí una persona que a veces no reconozco, o adivino con horror y vergüenza, me siento identificado con el tono —EL TONO— en que está escrito este largo exabrupto, como parte del discurso que yo mismo tengo a diario con las sombras.

(Madrid, 23 de octubre de 2008)

© 2008 David Lago González.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante David¡ Aún no lo he buscado pero supongo estará en el Corte Inglés, ya t diré¡
Un abrazo¡

Al Godar dijo...

Yo aún no lo he leido.
Pero teneiendo en cuenta que no es bien aceptado por los extremos, probablemente me embuye lo lea pronto. Bien puede ser un ponderado exabrupto.
Saludos,
Al Godar