viernes, 18 de julio de 2008

PRECARIEDAD






No suelo comentar noticias inmediatas, a no ser que las someta a una vuelta de tuerca poco convencional o que las asocie con anécdotas y cavilaciones paralelas o tal vez cosas que en parte sólo entiendo yo y algún que otro iluminado. Pero hoy me refiero a un corto texto de Yoani Sánchez publicado en la Revista de Verano del diario español “El País” bajo el nombre de “bitácora habanera” y a su vez en una página que en su parte superior derecha reza “danza / literatura” sombreado en amarillo. Como se le ha publicitado mucho siempre bajo la sombra de la política, al leerlo pensé que, más que política, era literatura, y entonces reparé en la página que ocupaba y me congratulé del acierto del editor. El tema que trata es el de la homosexualidad permitida y la no permitida (específicamente, la frustrada marcha del día del orgullo gay en Cuba). Conocedor de que se anunciaba ya un rincón en este otro país mío para la generación ye de aquel país mío donde nací físicamente, y conocedor también de que para tratar este tema se había barajado la posibilidad de otros dos nombres, pensé que con esta sensata y a la vez aguda exposición de los hechos y de algunas conjeturas y especulaciones, el periódico había matado dos pájaros de un tiro. Además de los calificativos usados, me alegró extraordinariamente la claridad, la nitidez y la ausencia de sobrante verborrea intelectual que hacen que estas pocas palabras de Yoani Sánchez, apenas una cuarta parte de la hoja del periódico, vayan directas a las entendedoras de personas tan vulgares y elementales como yo. Me congratula verdaderamente que no sea el batiburrillo miedoso y “embarajante” de Reina María de las Azoteas. Yo recelo mucho, y, como una mosca, huelo a varios kilómetros la dulzura empalagosa de las mermeladas, lo que me hace desconfiar de todo (cómo es que fulanito pudo convertirse en escritor mundialmente famoso sin que le cortaran la mano al manuscrito y medio que sacó a través de unos extranjeros; cómo la gente va y viene y no, no pasa nada; como a otros sí les pasa; en fin, cómo fue que yo fui a comprar pan y me dieron una barra envenenada mientras que tú, que hiciste lo mismo, te dieron por ello un viaje a la luna; en fin, en fin...), pero eso será un problema genético mío o una consecuencia más de la Revolución y como no es delito de sangre pues no pasa nada y no hay culpables. Mas he aquí que en el texto de la Sra. Sánchez encuentro estas palabras: “La acción (se refiere a la marcha frustrada) procuraba que los responsables de las represiones homofóbicas de los primeros 30 ¿o 40? años de la Revolución, pidieran disculpas a sus víctimas.” Lo que me recuerda que en muy cercanos días anteriores El País también publicó una entrevista a Ileana de la Guardia, hija de un señor que también hizo la Revolución junto a Fidel Castro pero posiblemente él y unos cuantos más creyeron de forma ilusa que eran más inteligentes que la Revolución y la Revolución los mató y les cortó la lengua porque la Revolución es Fidel y no, no puede existir nadie más inteligente que Fidel, que es la Revolución, aun cuando ya no se le vea tanto: en resumidas cuentas, la Revolución tampoco se ve hasta que te mata de verdad o hasta que te das cuenta que ya te has muerto y tienes que seguir viviendo el resto de tu vida como muerto (un montón de gente como ejemplo). Esto contradice un poco lo que pretende la Sra. De la Guardia-Masetti, que ya nadie haga daño a nadie, que no se cometan venganzas, y que su tío o su papá o no sé quién sean respetados y a los que han sido malos se les olvide y a los que han sido buenos (y me estoy refiriendo al pueblo de a pie, a los verdaderos sufridores) se les diga que serán más buenos si se olvidan de los malos. En mi modesta opinión, creo que eso no lo puede controlar nadie. Y lo que vaya a pasar, pasará. Tan simple como la canción. Por demás, la venganza es más un deseo enrabietado que algo concreto. Ojalá hubiera justicia, y justicias y justicias, pero me temo que las mesas de la verdad se van a quedar sin platos ni manteles ni servilletas ni cubiertos, sin comida y sin comensales.

Y para despedirme de mi público, sólo un detalle ínfimo, una bagatela en la que no repara nadie, una perversión de la corrección política. He leído varias veces el verbo "tolerar", sus sustantivos y sus adjetivos. Como homosexual, les aseguro que no existe nada más humillante en el mundo que ser tolerado. Y si no, preguntádselo a las moscas.


©2008, David Lago González

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Alla hu akhbar!!!

Anónimo dijo...

Buena respuesta David...
Si que es muy feo eso de tolerar, es mejor amar o detestar, pero tolerar suena mal.
Saludos
Kuka

Anónimo dijo...

Excelente. ZV.