lunes, 14 de julio de 2008

FORO ATLÁNTICO, Madrid (6) (and... in the end)

Las gusanas




a Blanca Mayo,
a Emilia Espinosa,
a Agustina González-Fagundo



Las tres de la tarde es una hora crucial en la isla de Cuba.
Por aquel entonces se comía una sola vez al día,
y el resto se pasaba con “boberías”.
Pero, ¡ah! Las tres de la tarde...
Las tres de la tarde, atentos y aburridos oídos de estas historias...
eso era otra cosa.
Porque además de la ancestral solemnidad del buchito de café,
que se toma en tazas pequeñas, caliente, amargo, de sorbito en sorbito,
de comentario en comentario, de recuerdo en recuerdo...,
era también la hora de nuestra pequeña venganza.
Blanca, Emilia y Agustina compartían barrio desde el 47,
con calle de tierra, fosa séptica y gangsters en las lejanas ruletas de Sans Souci.
¡Qué exotismo entonces las fotos de Jessie Fernández!
Ellas habían saltado del campo al pueblo y del pueblo a la ciudad,
y ahora saltaban de una acera a la otra,
convocadas por la complicidad de la nariz y la lengua.
Los años las habían hecho mucho más que amigas: eran compañeras,
mudas observantes de la miseria que iba apoderándose de cuerpo y alma,
tristes comentadoras de la desilusión.
Un día en casa de una; otro en casa de la otra;
una tarde repetía la primera o se saltaba a la tercera.
No había mucho orden. Nunca ha habido mucho orden en Cuba,
ni siquiera a la hora crucial de las tres de la tarde.
No se repartían “pastas”: ni eran tan finas, ni tampoco existían.
Pero el estraperlo negro del cafeto no faltaba.
Blanca bordaba casi ciega. Emilia rezaba.
Agustina cosía como una loca
y decía que aunque tuviera que meterse a puta
nunca dejaría de tomarse el café de las tres ni de compartir eso,
la desilusión que las hundía y el “gusaneo”, con sus amigas del alma.
Así lo hicieron, ¡qué exotismo entonces las fotos que nunca se hicieron!
Se llamaban a la puerta: “oye, vamos, que hoy le toca
a Blanca...
a Emilia...
a Agustina...”

No eran malas personas, pero no creían en nada de lo que estaba pasando.
Una de ellas... era mi madre.


(Madrid, 25 de noviembre de 2000)
©2000, David Lago González
(de “Tributos”)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr.
Desde hoy me declaro admirador de sus letras.
He llegado a usted gracias a un comentario suyo que he leído en "Penultimos Días".
Me parecieron tan libertarias, jajaja, que decidí conocer al autor de inmediato.
Me alegré, al isntante, que tuviesemos una tierra en común (Camaguey). Algo es algo, porque mi "juventud", hasta hace muy poco "comunista", no me ha permitido saber que hay detrás de un nombre tan "ilustre" y de una "foto" tan señorial.
Me disculpa los cumplidos, mas... de verdad, he gustado mucho de sus textos.
Abraços.

David Lago González dijo...

Gracias, Yodel. Ya ves, so near and yet so far. Acepto y te disculpo los cumplidos, pero ya está bien, que el camino es long and winding.
Eres la tercera persona que en los últimos meses me llama "libertario". Ya sé, pero es mi tío Lumino, en el cementerio de (La) Esmeralda, al que no le debe caber un alpiste en el culo, pues él sí fue anarquista y estuvo preso en la Cárcel Modelo de Isla de Pinos, no como periodista independiente (entonces no se llevaba eso) sino por eso mismo. Luego se casó con una puta y los dos se retiraron. La vida es ansí, como decía Baroja. Lo del alpiste lo digo porque él estaba muy orgulloso de su sobrino, que soy yo, que era yo, bueno, el presente y el pasado dan lo mismo, y el futuro también.
Y sí, Camagüey is different. Si algún día regreso a La Ciguaraya es para declarar la República Independiente de Camagüey y mi lema será, como el de Pilliner antes de suicidarse, "¡Distancia y categoría!"
Un abrazo.

Gilberto dijo...

Sr. David:

Hace ud muy buenas letras; es una pena que nunca le hayan llamado desde la Productora El Deseo, aunque Almodóvar quizá no le apasione. La catársis emocional que transmiten sus historias nostálgicas, terribles, alegres, dramáticas y llenas de desparpajo son dignas de ser llevadas al cine (no cubano). Un saludo desde Montreal.

David Lago González dijo...

No, Almodóvar no me apasiona. Tiene una obra maestra, una película cuyo nombre tiene que ver con el corazón, no me acuerdo. Creo que ya nada me apasiona. De cualquier forma, no comprendo qué tiene que ver lo que usted me dice (que no sé si es bueno o malo, según su gama de valores) con un poema que en cierta forma está dedicado o basado en mi madre.

Anónimo dijo...

http://papelbit.blogspot.com/2008/07/penthouse-desorden-strawberry-fields.html